En el Gohonzon aparecen inscritos diversos "dioses celestiales y deidades benevolentes": Brahma, Shakra (también conocido como Indra), el dios del sol, el dios de la luna, el dios de las estrellas, la Diosa del Sol, y el gran bodhisattva Hachiman.
A veces ellos son llamados "dioses budistas". En "El verdadero aspecto del Gohonzon", Nichiren escribe: "Iluminados a la luz de los cinco caracteres de la Ley Mística [los Diez Mundos] muestran los atributos majestuosos que poseen inherentemente" (WND, 832).
Estos dioses budistas no son considerados como seres trascendentales o deidades sobrenaturales; son expresiones metafóricas de las funciones positivas de nuestro medio ambiente que afirman la vida, son las expresiones externas de la propia Budeidad manifiesta.
El capítulo "Prácticas pacíficas" del Sutra del Loto muestra a Shakyamuni explicando que "los seres celestiales, por el bien de la Ley, día y noche, constantemente, los defenderán y protegerán" (LS14, 206) a quienes prediquen la Ley.
El capítulo "Dharani" dice que incluso las deidades malévolas como la Madre de las Diez Hijas Demonios y las hijas rakshasa -que usualmente representan el mundo de los espíritus hambrientos- prometen proteger a aquellos que abracen el sutra (LS26, 310-11).
Los dioses budistas no poseen voluntad propia, malévola o altruista. Estas funciones positivas se manifiestan en nuestro medio ambiente en respuesta a la poderosa fuerza vital del Buda que emerge desde las profundidades de nuestra vida. Nichiren escribe: "La naturaleza fundamental de la iluminación se manifiesta como Brahma y Shakra, mientras que la oscuridad fundamental se manifiesta como el demonio rey del sexto cielo" ("El tratamiento de la enfermedad", WND, 1113). Nichiren enfatizó que nuestra condición de vida iluminada activa las funciones positivas del medio ambiente, así como nuestra ilusión inherente provoca sus funciones negativas. De esta manera, quienes tienen malas intenciones y cometen actos malvados no pueden activar las funciones positivas de los dioses budistas.El Daishonin revela el requisito esencial para provocar las funciones positivas de los dioses budistas: "En el octavo volumen de Gran concentración e introspección y el octavo volumen de los Comentarios sobre 'Gran concentración e introspección' dice, 'Mientras más firme la fe, mayor es la protección de los dioses'.
Esto significa que la protección de los dioses depende de la firmeza de la fe. El Sutra del Loto es una fina espada, pero su poder depende de quien la esgrime" ("General Tigre de Piedra", WND, 953). La protección de los dioses budistas, como nos lo recuerda con frecuencia Nichiren, es para aquellos que siguen adelante con una fe firme en la Ley Mística.
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