jueves, 5 de noviembre de 2009

LOS DESEOS Y LA ILUMINACION

Las personas que conocen el budismo de Nichiren por primera vez, con frecuencia se sorprenden por la postura que éste toma en cuanto a los deseos, pues parece contradecir la imagen tradicional del budismo. Para muchos, el budismo está asociado al ascetismo y, en efecto, hay muchas escuelas y tradiciones que enfatizan la necesidad de eliminar los deseos y cortar con todos los apegos. No hace falta decir que una vida controlada por los deseos es miserable.
En las escrituras budistas el símbolo de este estado de vida son "demonios hambrientos" con cabezas gigantes, enormes bocas y gargantas tan estrechas que se les hace imposible saciar el hambre. El horror que, deliberadamente, provocan estas imágenes, nació de la necesidad que sintió el Buda Shakyamuni de impactar a las personas con respecto a sus apegos a las cosas, incluyendo el apego a la existencia física, todo lo cual con el tiempo cambia y se pierde.
Shakyamuni trataba de decirles que la felicidad real no habría de hallarse en nada de eso. Las tendencias profundamente arraigadas a los apegos y los deseos, en japonés bonno, se traducen al español como deseos mundanos o, también, impulsos humanos. Pero, ya que estas tendencias también incluyen el odio, la arrogancia, la desconfianza y el miedo, la traducción "motivos o impulsos engañosos" podría resultar en algunos casos más apropiada. ¿Pero acaso es posible eliminar realmente tales deseos y apegos? Después de todo, los apegos son sentimientos humanos naturales y los deseos son un aspecto vital y necesario de la vida. El deseo, por ejemplo, de protegerse a sí mismo y a los seres amados ha sido inspiración para gran cantidad de avances, desde la creación de grupos sociales de apoyo hasta el desarrollo de las construcciones y los sistemas de calefacción. Asimismo, el deseo de entender el lugar de la humanidad en el cosmos, ha llevado al desarrollo de la filosofía, la literatura y el pensamiento religioso. Los deseos forman parte integral de lo que somos y de lo que queremos llegar a ser. En este sentido, eliminar todos los deseos no es posible ni, de hecho, deseable. Si nos despojamos por completo de ellos, podríamos terminar socavando nuestra voluntad de vivir, tanto individual como colectivamente. Las enseñanzas de Nichiren enfatizan la transformación de los deseos, no su eliminación. Los deseos y los apegos son vistos como combustible en la búsqueda de la iluminación. Él dice: "Ahora, Nichiren y sus seguidores que entonan Nam-myoho-renge- kyo(...) queman la leña de los deseos mundanos y contemplan el fuego de la sabiduría iluminada (...)". En el mismo tenor, el Sutra del valor universal establece: "Incluso sin extinguir sus deseos mundanos o negando los cinco deseos, ellos pueden purificar todos sus sentidos y erradicar todas sus faltas". El enfoque de Nichiren tiene el efecto de popularizar, humanizar y democratizar el budismo.
En otras palabras, al hacer que las aspiraciones, los sueños y las frustraciones de la vida diaria sean el "combustible" para el proceso de la iluminación, Nichiren abre el camino del budismo a quienes hasta entonces se habían visto excluidos de practicarlo, debido –por ejemplo– a la tradicional exigencia de retirarse a la meditación. Tal es el caso de quienes desean continuar jugando un papel activo en el mundo secular. De tal manera que no es coincidencia que esta actitud hacia los deseos ocupe un lugar central en la tradición del budismo mahayana, con énfasis en el papel de los practicantes laicos. Para las personas que viven en medio de los cambios constantes y la tensa realidad, estos desafíos son, precisamente, los estímulos más efectivos para dedicarse a la práctica budista, en lugar de un objetivo abstracto de "iluminación" que requiera cortar con todos los deseos y apegos. Sobreponerse a los problemas, realizar sueños y metas largamente acariciados, es en este tipo de eventos cotidianos donde encontramos un sentido de realización y felicidad. El presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, ha enfatizado la importancia de no cortar nuestros apegos, sino de entenderlos y, al final de cuentas, utilizarlos. Las experiencias de la fe de los miembros de SGI describen eventos y cambios que parecen a simple vista estar enfocados en lo externo y lo material de la vida. Pero tales "beneficios" son sólo una parte de la historia. El budismo divide los beneficios de la práctica en "visibles" e "invisibles" . Los beneficios de obtener un nuevo trabajo, vencer una enfermedad, un matrimonio exitoso y así sucesivamente, no están separados de un profundo y, a veces, doloroso proceso de reflexión personal dirigido a una transformación interna.
El grado de motivación que se genera por los deseos puede aportar tal intensidad a nuestra práctica que, finalmente, se obtiene la recompensa espiritual. Bonno soku bodai significa literalmente "Los deseos mundanos son la iluminación" y el concepto conforma una tesis clave en el budismo de Nichiren. A través de nuestra práctica budista, hasta el más mundano y engañoso impulso puede ser transformado en algo más amplio y noble, y nuestros deseos cambian, de forma natural, pasando de estar enfocados en nosotros mismos, a extenderse a familiares, amigos, comunidades e incluso al mundo entero. De esta forma, la naturaleza de los deseos se transforma gradualmente, pasando de deseos por lo material y físico, a deseos orientados más hacia lo espiritual, para llevar una vida más plena. Como dice el presidente Ikeda: "Creo en la existencia de otra clase de deseos humanos: a esto lo llamo el deseo fundamental, y tengo la convicción de que este deseo fundamental es la fuerza que impulsa activamente a todos los otros deseos humanos hacia la creatividad. Es la fuente de toda la energía impulsora inherente a la vida; también es el anhelo de unir la propia vida con la vida del universo y obtener su energía vital".
[ Cortesía de la revista SGI Quarterly, edición de enero de 2000 ]

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