Los fenómenos del universo que trabajan para nuestra felicidad
La invocación de la Ley Mística hace surgir la vitalidad
Llamamos Dioses Budistas a los fenómenos del universo que nos orientan hacia la felicidad y al progreso. Son las funciones de la vida del cosmos que actúan positivamente protegiendo a las personas.
Supongamos, por ejemplo, que vamos de paseo en bicicleta un día de primavera con un Sol radiante, y de repente, comienza a soplar un viento fuerte. Si vamos con viento favorable, pedalearemos muy fácilmente avanzando; pero si tenemos viento en contra sería muy cansador. En el caso del viento favorable, este nos ayuda y protege. Cualquier función que proteja a los creyentes de la Ley Mística y los orienta hacia la felicidad, ya sea una función de la naturaleza, sociedad o de algún ser humano, en el Budismo es llamado protección de los "Dioses Budistas". Aunque digamos "dioses", esta palabra se usa con un significado completamente distinto al del Dios de la creación del cristianismo o los dioses del sintoísmo.
En la primera oración silenciosa del Gongyo de la mañana dice: "Manifiesto mi agradecimiento a los shoten zenjin, funciones de la vida y del ambiente que actúan para protegernos día y noche. Oro para que su fuerza protectora se fortalezca y aumente cada vez más, a través de mi práctica de la Ley". Según el capítulo “Introducción” (Jo) del Sutra del Loto, los Dioses Budistas, incluidos Bonten, Taishaku, se reúnen en ese lugar para escuchar la prédica del Sutra del Loto, y prometen que sin falta protegerán a los creyentes del Budismo Verdadero.
En el capítulo catorce del Sutra del Loto, “Prácticas pacíficas” (Anrakugyo) dice: "Los Dioses Budistas siempre protegerán a los creyentes del Budismo Verdadero durante el día y la noche". Es decir, los Dioses Budistas protegen a quienes practican correctamente la Ley Mística y la propagan. Por eso, no son de ninguna manera objetos de fe ni de invocación, sino que solamente actúan para proteger a quienes practican con firmeza la Ley Mística.
Los Dioses Budistas se reúnen donde la Ley Mística puede ser escuchada. Cuando nuestro comportamiento se basa en esta “Ley”, recibimos la protección de los dioses.
Cuando Nichiren Daishonin sufría la persecución de Tatsunokuchi, amonestó severamente a los Dioses Budistas para que lo protegieran y poco después, una luz deslumbrante atravesó el cielo desde la isla de Eno. Se dice que pudo haber sido un aerolito o algún otro fenómeno que haya surgido después que el Daishonin amonestara a los dioses, justo antes de ser decapitado; pero que indica que no es una simple casualidad, sino el resultado natural de acuerdo a la profunda filosofía de vida del Budismo.
Fue la firme determinación (ichinen) del Daishonin, su poderosa fuerza vital lo que activó la protección de los Dioses Budistas en ese momento crucial. En el Gosho dice: "Cuanto más poderosa es la fe, mayor es la protección de las deidades (Gosho Zenshu, pág.1186)”. El punto importante es que la protección de los Dioses Budistas se manifiesta según la fortaleza de la fe. Los Dioses Budistas no están fuera de nuestra vida, sino que nuestra fuerza vital y nuestra fe los ponen en funcionamiento.
El Gosho también dice: "la naturaleza fundamental de la vida se manifiesta como Bonten y Taishaku (Gosho Zenshu, pág.997)”. La naturaleza fundamental se refiere al estado de vida e iluminación se refiere al brillo de la vida.
Cuando vivimos practicando con firmeza, la vida es brillante y surgen los Dioses Budistas. Por ende, cuando dice que "Bonten y Taishaku protegen al creyente de la Ley Mística", también lo podríamos interpretar como que uno puede hacer surgir una vitalidad pura y poderosa. El Budismo explica que la persona y su medio ambiente son inseparables (Esho Funi) y que por eso el ambiente protege al creyente de la Ley Mística. Tener esa protección depende de la persona. Por ejemplo, supongamos que el Sol está brillando en el cielo. Si uno está gravemente enfermo, los rayos del Sol pueden ser perjudiciales para su salud, pero serían placenteros para aquellos que gozan de una buena salud. Aunque los rayos del Sol sean los mismos, el efecto depende de la situación de la persona. Por lo tanto, la misma función de la naturaleza actuaría como los Dioses Budistas o como algo perjudicial según la situación de la persona.
Las creencias equivocadas atraen el desastre al país
Como lo mencionamos anteriormente, nosotros los que practicamos la Ley Mística, somos capaces de cambiar cualquier circunstancia en una función de los Dioses Budistas a través de nuestra determinación basada en la fe firme. Por eso, no nos lamentemos por no tener el apoyo de los Dioses Budistas cuando sufrimos alguna dificultad. Más bien, decidamos construir una fe firme para vivir por el logro del kosen-rufu. Entonces, todas las condiciones negativas se transforman en función de los Dioses Budistas, permitiéndonos progresar y construir una felicidad estable en nuestra vidas.
La existencia de los Dioses Budistas, representados por el Sol y la Luna no son algo sobrenatural. Lo importante es la manera en que adoptamos su luz, su calor u otras funciones para dirigirnos a un estado de felicidad indestructible. Todo ello dependerá de nuestra determinación y fuerza vital. Debemos elevar y fortalecer nuestra vida fundamentalmente con la Ley Mística. En la tesis "Pacificación de la Tierra a través del establecimiento del Budismo Verdadero" (Rissho Ankoku Ron) el Daishonin nos dice que si las creencias equivocadas que debilitan la vida prosperan por todo el país, entonces el poder de los Dioses Budistas disminuiría en la gente y en la tierra, aconteciendo desastres y calamidades.
Si aumentan las personas que practican la Ley Mística, la sociedad se llenará de fuerza vital. Por eso, es de gran importancia nuestra práctica budista con fe firme y fuerte determinación para el logro del kosen-rufu.
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